UNO DE LOS REPROCHES QUE CON MÁS frecuencia nos hacemos es: ¿Por qué no
me atreví? Todos hubiéramos querido ser más valientes, más decididos. Pero
nos dio miedo. Vivere risolutamente, vivir resueltamente, era el lema del
Renacimiento y todos lo llevamos en nuestro corazón con nostalgia. Sería
maravilloso vivir sin enredarnos, sin empantanarnos, ágiles y audaces. Por eso
nos gustaría que nuestros hijos y nuestros alumnos fueran valientes, que
disfrutaran de una «inteligencia resuelta», que es aquella que sabe resolver
problemas y marcha con determinación. Pero ¿es posible aprender algo tan
difícil?
